Paris 2024: anything but sport

Daniel Bootman
8 min readJul 11, 2024

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In a few weeks, the 2024 Paris Olympic Games will begin. Olympics that have taken place in an environment of uncertainty and global chaos, since from last Tokyo 2020 until now, the world has taken many more turns than what previously meant a 4 year cycle. In order not to dwell on global geopolitics, let us simply remember that four years ago the “yellow vest” protests were still resounding. It was a pre-pandemic world. A world in “peace”, if the exclusion of Russia under the accusation of “bad sports practices”, still allowed us to believe in “fair play” and in compliance with sports rules without interference from politics. We could call this sports veto, part of the sanctions package. Pointing out this fact is important, because there was once an original inspiration that declared the Olympic Games above all political disagreements and war conflicts, and it is assumed that that is why they were held.

But since we live in times of relativism and fallacies, it is so easy and simple for an elite to install any idea, news, belief or phrase and like wildfire it spreads everywhere, a fact that they later call “viral.” Something that no one knows where it came from or how it grew, to make us dream that we have great power without doing absolutely anything more than moving a finger and sharing or liking. Therefore, the ability to tell lies or repeat any story until making it believe even those who experienced the opposite in their own experience, is effective. This is how not only young people who are unaware of history and minimal knowledge are deceived, but also older people who lived another reality. Memories that never existed are installed just by repeating them on television, in YouTube videos or on any social network, so many times until everyone ends up repeating it.

I am impressed to see so many reports on French and European television where they endlessly state that this is the first time that sports games have been opened outside the “walls” of a stadium, highlighting the “libertarian” idea of ​​“breaking down walls.” , in the “country cradle of freedom, fraternity and equality.” They make it seem like no one ever thought of holding a sports show opening outside of a stadium to present it as something of an extraordinary imagination, because no one thought of it before. Recently, in 2018 the opening ceremony of the Youth Olympic Games was held outdoors, on Avenida 9 de Julio in Buenos Aires, Argentina, and this is just one example, history is full of other ceremonies held outdoors and outside the stadium, although they were not the “Olympic Games” for adults, let’s just remember that the Spartakiads existed in the USSR (which were the Olympic Games that the Soviet Union held when they vetoed its participation in those of the West). They use half-truths to highlight and magnify themselves in the face of something they are already losing. Because what is known is that the organization of these games has been disastrous. They say it will be “something never seen before.” What they mean is that just like with their beauty contests, or singing contests, or any other type of expression of modern culture, what will matter the least will be the competition involved. If it is about art, what matters the least is art, if it is beauty, there is nothing beautiful about it, especially if it is about women, a man in disguise wins it, if it is a singing contest it is won by a mute and so on with absolutely everything.

We can collect some virtues that the organizers of this long-awaited sporting event boast about: among others, they highlight the “very low” cost for its realization, comparing them with the investments in previous four-year periods. It continues to outrage, due to the immense impudence and provocation to the French people. Of course, it is not the same as what China would have spent in 2008, 44 billion dollars as an economic power that is positioning itself in first place in the world, making one of the most impeccable Olympics in history, than France investing 12 thousand million, in the midst of a political, social and economic crisis that has middle-class French citizens counting little money to overcome their daily lives. Who cares about sports!

Se suponía que una de las razones por las que se hacía atractiva a París para sede de estos juegos 2024 fue porque estaba reformando toda su línea ferroviaria y habría por fin un súper tren que resolvería el difícil problema de conectividad de transporte que vive la ciudad. La verdad es que la administración sólo pudo terminar una de las líneas férreas nuevas, que ya desde que se propuso como sede estaba en obra. No construyeron ninguna más, ni siquiera la importante vía que comunica al aeropuerto internacional Charles de Gaulle con la ciudad. Lo cual ha ocasionado, primero, que los parisinos y los habitantes de los alrededores que vienen a la ciudad a trabajar o estudiar diariamente, vean duplicados los precios del transporte, todo sea por amor al deporte. París tiene 2,2 millones de habitantes, pero en su área metropolitana hospeda alrededor de 12 millones de personas más, que en la hora pico no caben en ningún medio de transporte masivo. Así, espera recibir a 15 millones de personas más, para las dos semanas que duran los Juegos Olímpicos, teniendo en cuenta, que además, deberá albergar al público de los juegos paralímpicos que comienzan el 28 de agosto y terminan en septiembre.

Pero como solución extraordinaria, se les ha ocurrido pedirle a la gente que mejor se vaya durante estos días o que vuelvan al teletrabajo. Y de acuerdo al mejor lema de estos tiempos para excusar a los corruptos e ineficaces gobernantes de hoy, inventan la gran solución ecológica para salvar al planeta (que los salva solo a ellos), y como alternativa invitan a los ciudadanos a que usen una opción de transporte “amable con el medio ambiente”, bicicletas, patines, patinetas, etc., y mejor aún, deportiva y saludable. Pues como bien ha repetido el señor Macron, si no le resulta el plan A, implementarán el B, C, D, y así, seguramente alguno de esos podría incluir una pandemia para encerrarlos a todos si la cosa se pone muy fea.

Porque fea sí augura. Y es que el propio servicio de seguridad francés recomendó que la ingeniosa idea de apertura de los juegos no se pensara de una manera tan ambiciosa, tan grande, reconociendo que no tienen la capacidad para proporcionar una segura estadía a tanta gente allí. Es muy difícil controlar la entrada y la salida del público a lo largo de los seis km que tiene el recorrido por el río Sena. Otros inconvenientes surgieron después de haberle dado el sí a esta idea, pues de los 600 mil invitados especiales que pensaron que iban a pagar las entradas, los redujeron después a 300 mil y finalmente sólo quedaron 100 mil invitados VIP que ya pagaron y tienen asegurados sus puestos. Con 45 mil policías que los cuidarán. Por supuesto ayudándose de un código QR que toda persona debe tener si pretende estar por la zona ese día. Incluyendo la advertencia a los residentes de los balcones que ven hacia el río, de que no vayan a llenarlos de gente porque se pueden caer. Algo se inventarán para que la gente no pueda ver gratis, la increíble y única ceremonia de apertura jamás antes vista en toda la historia. Sospechamos, que por los aires de estos tiempos, será una sorpresa tipo Eurovisión 2024, donde la música era lo que menos importó.

Dentro de todo este esperpento que es la organización a toda carrera de los próximos Juegos Olímpicos, un espectáculo en sí mismo, tenemos que la única infraestructura permanente nueva que París debería construir fue el Centro Acuático Olímpico. Al presentarse el proyecto costaba 70 millones de euros, pero al final costaba 175 millones. Pero después no pasó la prueba de estándares olímpicos pues no sirve para las competiciones de natación por no cumplir los requisitos técnicos necesarios. Por supuesto ante este revés, construyeron unas piscinas desmontables en el Arena La Défense, obra que se engrandece como un gran logro porque la construyeron en sólo diez días. Así como se enorgullecen de haber construido la Villa Olímpica en Saint Denis, famoso barrio donde los turistas años atrás iban para ver a las famosas chicas sin ropa bajo los abrigos, recientemente recordado además, porque allí un policía mató a un “migrante” (en realidad un ciudadano francés, cuyos antepasados nunca le permitirían dejar de llamarse “migrante”), hecho que desató la ira de los habitantes de esta villa muy pobre y con graves problemas sociales. Una especie de provocación, para generar tensiones, pues no sólo llevan a los deportistas a esta zona para aprovechar y controlarla, llenándola de cámaras de seguridad. La Villa Olímpica es tan miserable como su concepción, para minimizar su “costo” los deportistas dormirán en camas que son cajas de cartón y sin aire acondicionado. Escucho cómo las presentadoras casi lloran de alegría por salvar así el planeta. ¿Compensará el costo de las emisiones tóxicas por todos los aviones privados que llegarán para estar solo unas horas en la inauguración? La gran patraña de haber elegido a Saint Denis para construir la famosa Villa Olímpica es que les quedaría estas magníficas edificaciones a sus pobres habitantes, las hicieron justamente pensando en ellos.

París fue elegida como sede de los Juegos Olímpicos 2024 y concentra casi todas competiciones porque las demás ciudades realmente se negaron a aceptar esa maldición que es invertir en infraestructura costosa que endeuda a la ciudad, los famosos “elefantes blancos”. Por eso sólo las ciudades con estadios y clubes de fútbol con mucho dinero como Lyon, Niza y Marsella, acogen los partidos de este deporte. No deja de llamar la atención que otra de las sedes esté en la lejana (de Francia) isla de Tahití, Teahupo´o (una comuna en las Islas de Barlovento del Pacífico), seguramente para que los deportistas hospedados en las tradicionales chozas de los polinesios, sientan cómo se le impone a una colonia la libertad y la fraternidad sin tener que viajar para eso a Nueva Caledonia.

Para la organización y preparación de un evento deportivo masivo se requiere saber escoger muy bien los símbolos que queremos resaltar del sitio elegido como sede. Por eso lo que sorprende es el empeño del gobierno francés para poner el dedo, mejor dicho, los dedos en las llagas, pues no es sólo una herida la que tiene el pueblo francés de hoy. Lleva años estallando de a poco. Y la élite francesa cree que podrá seguirlo conteniendo mientras que al mismo tiempo, lo provoca. Aumento del costo de los alquileres, desalojos, subidas en el transporte, limpiezas sociales de los refugiados en las calles parisinas, gracias a la bondad inclusiva de su democracia, que los tiene en las calles porque los albergues no dan abasto ni siquiera para los propios franceses pobres, y ahora tampoco caben en las calles de la ciudad luz que prendió su luminosidad gracias a haber aplastado a tantos pueblos. Mientras, nos quieren demostrar cueste lo que cueste y como sea, que Francia es la mayor expresión de magnanimidad de la gloriosa cultura occidental, luz del progreso, recordándonos que la Gran Francia colonizadora, supremacista y racista no es cuestión del pasado.

Sólo que hoy, como en un baile de máscaras nos ilusionan y nos distraen con un fabuloso espectáculo delante del telón, pero detrás no huele nada bien…

https://www.pressenza.com/es/2024/07/paris-2024-cualquier-cosa-menos-deporte/

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